viernes, 28 de febrero de 2020

La historia del oso, la canción y el bosque que explica por qué no tienes ganas de sexo

El estrés es un patrón hormonal que se activa en respuesta a pensamientos de miedo y preocupación. Su efecto sobre el sexo es claro: se nos quitan las ganas
El estrés influye en las relaciones sexuales
«Imagina que vas caminando por el bosque cantando una canción, tu canción favorita, esa que te alegra y te da «buen rollo». Entonces, aparece de repente un oso enorme, hambriento y enfadado. ¿Qué haces? Lo primero que haces, en cuestión de microsegundos, es dejar de cantar; y lo segundo, escapar lo más rápido que puedas y sin mirar atrás». Así arranca el Dr. Nicola Tartaglia, urólogo, andrólogo y experto en salud sexual su explicación sobre cómo puede influir el estrés en las relaciones sexuales. Su intención con el ejemplo de la canción, el oso y el bosque es explicar que el cambio de actitud que refleja esta historia no es voluntario, sino espontáneo, pues representa un mecanismo de supervivencia. «Algo que nuestro cerebro interpreta como peligroso hace que se liberen adrenalina y cortisol, cuyas funciones son, entre otras, interrumpir todas las actividades relacionadas con el placer y canalizar las energías en la fuga o el ataque, según el peligro», aclara.
Las personas que sufren estrés suelen tener un estilo de vida o una forma de ser que hace que se sientan constantemente en la necesidad de encontrar una solución a un problema. El mundo para él o para ella está lleno de elementos incómodos que le impiden relajarse. En otras palabras, siguiendo el ejemplo del Dr. Tartaglia, «se cruzan constantemente con osos hambrientos y enfadados». 
En definitiva, el estrés es un patrón hormonal que se activa en respuesta a pensamientos de miedo y preocupación, lo que los anglosajones denominan «overthinking». Y estar estresados hace que los niveles de cortisol y de adrenalina sean más altos, lo que merma nuestra capacidad de relajarnos.
¿Y cómo afecta al sexo el hecho de no ser capaces de relajarnos? En el ejemplo del oso las relaciones sexuales equivaldrían a la canción que estábamos cantando. Si, a esa que nos daba «buen rollo». Y la cuestión es, que tal como indica el Dr. Nicola Tartaglia, es imposible huir y seguir cantando porque, como aclara, el estrés interrumpe o dificulta las actividades placenteras, como es el sexo.
«La erección masculina, que equivale en un cierto sentido a la lubricación femenina, solo se puede realizar en un entorno de calma y relajación», asegura el experto. Así, cuando un hombre tiene miedo a un gatillazo, o no deja de pensar en el trabajo su cerebro le está proporcionando un escenario de miedo y su cuerpo actúa en consecuencia. Y lo mismo le sucede a muchas mujeres, que no logran o les resulta difícil llegar al orgasmo en determinadas situaciones. «Dejarse ir, anular las defensas... Eso significa abandonarse al placer del orgasmo. Aquella persona que no logre desconectar sus pensamientos y conectar con su cuerpo no puede alcanzar el orgasmo. Y eso se debe a la adrenalina y al cortisol que producen el estrés. Así de simple», argumenta el Dr. Nicola Tartaglia.

Cómo saber si tengo estrés

La señal principal del estrés es la incapacidad de no relajarse en otros aspectos de la vida, y no solo en la sexualidad. También son señales síntomas físicos como tener (o no tener) demasiado apetito, no descansar bien, padecer reflujo gástrico con acidez, problemas intestinales (sobre todo en el caso de ellas) y orinar a menudo (sobre todo en el caso de ellos). Todos dependen, según revela el Dr. Tartaglia, de una tensión muscular de la que la adrenalina es la máxima responsable.
Desde el punto de vista psicológico, el experto afirma que el estrés hace que no dejemos de pensar en problemas que necesitan una solución, sobre todo en los momentos en los que no es posible encontrar esa solución y, lo que es más importante, en momentos en los que en realidad nos deberíamos dedicar a otras cosas: relaciones interpersonales, cuidar nuestro cuerpo y atender a nuestro estado de ánimo. 

Tres técnicas para que el estrés no influya en el sexo

Para mitigar el efecto del estrés sobre las relaciones sexuales, el experto aconseja tres cosas a sus pacientes: reducir las fuentes de estrés, seguir una rutina deportiva y practicar meditación.
Revisar el día a día y eliminar o reducir todas las posibles fuentes de estrés es el primer paso para evitar que el estrés nos quite las ganas de sexo. «Delegar, tanto en el trabajo como en la familia, es un método perfecto para disminuir el cargo de responsabilidad y aumentar la confianza en los demás, lo que también mejora las relaciones interpersonales», explica el Dr. Targaglia.
También supone una ayuda tener una rutina deportiva. Practicar a diario 15-20 minutos de deporte reduce el estrés y es una de las mejores fórmulas para «quemar» los depósitos de adrenalina y «resetear» los niveles de cortisol.
Y por último, recomienda meditar. «La meditación es una actividad que no tiene aspectos religiosos o culturales como muchos piensan. Aprender a meditar significa aprender a identificar los momentos en los que el cerebro nproporciona escenarios ficticios y negativos, causando la producción de la hormonas del estrés», revela el experto. Así, convertirse en expertos en esta práctica ayuda a fortalecer la comunicación con el cuerpo y con las sensaciones que genera. Además, esta costumbre puede ayudar a predisponernos a escuchar más y mejorar las sensaciones del cuerpo, aumentando así el deseo y el placer.

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