viernes, 3 de julio de 2020

Los okupas de Lugo que llamaron a la Policía porque tenían «miedo» de los propietarios

Cinco personas de entre 18 y 31 años fueron detenidas la semana pasada tras instalarse, destrozar y robar en una vivienda que había permanecido vacía durante el confinamiento
Cinco personas (dos mujeres y tres varones) de entre 18 y 31 años fueron detenidos el pasado viernes en el barrio lucense de A Milagrosa por un presunto delito de robo con fuerza en una vivienda que habían okupado aprovechando la ausencia de los propietarios.
Los dueños del domicilio, un matrimonio de 84 y 91 años, habían abandonado el inmueble al comienzo de la pandemia para pasar el confinamiento junto a uno de sus hijos. La Policía Nacional informó a través de un comunicado de que familiares de la pareja acudían con regularidad a la vivienda para comprobar que todo estaba en orden y también para recoger algunos productos que se encontraban en la casa, como medicinas y prendas.
Finalmente, el pasado lunes 22 una nieta de la pareja recibió el aviso de algunos vecinos que le alertaron de que habían detectado movimientos de personas en la vivienda. Al acudir para comprobarlo, la mujer y otros parientes que la acompañaron constataron que «las ventanas del segundo piso estaban abiertas y en la primera planta todo revuelto, razón por la que trataron de entrar a recuperar sus efectos, algunos de gran valor, tanto económico como sentimental (joyas, dinero en efectivo, mobiliario o un abrigo de visón, entre otras cosas), sin llegar a conseguirlo ya que las puertas estaban atascadas con barricadas», recoge el comunicado.
Además de esto, todo tipo de objetos de su propiedad se encontraban envueltos en sábanas para proceder a ser sustraídos de la vivienda. Nada más comprobarlo, se desplazaron hasta dependencias de la Policía Nacional para presentar la correspondiente denuncia, tras lo cual los agentes arrestaron a los okupas durante una de sus salidas de la vivienda.
En declaraciones a «La Voz de Galicia», la mujer, que prefiere mantenerse en el anonimato, relata una situación de lo más surrealista en el momento en que los familiares acudieron a la vivienda tras recibir el aviso. «Los okupas llamaron a la Policía para decirles que tenían miedo y la Policía nos llamó para decirnos que nos teníamos que ir de allí. Que me parta un rayo si entiendo algo», lamenta la mujer, que además describe el desastroso estado en el que se encontraron la casa después de que los delincuentes fueran finalmente desalojados: «Había colillas tiradas por el suelo, cagadas de perros, destrozones... Llevaba tiempo sin llorar, pero cuando entré ahí, se me caían las lágrimas».
R. G.SANTIAGO

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